A comienzos del XIX, el escritor francés Stendhal se encontraba visitando la Basílica de la Santa Croce en Florencia, cuando comenzó a sentir sudores, mareos y ciertas taquicardias. Tuvo que salir del edificio, abrumado por tanta belleza, y buscar en el exterior el aire que le permitiera recuperar el aliento. No fue hasta finales del siglo siguiente cuando esta patología fue denominada como el síndrome de Stendhal, una especie de sobreexcitación que acelera el pulso, emociona y puede llegar a provocar mareos a una persona cuando se expone a un conjunto de obras de arte tan bellas como las que habitan en Florencia.
Cuando escucho el nombre de Florencia, siempre me viene a la cabeza la inconfundible silueta roja de la cúpula del Duomo, uno de los símbolos de la ciudad. Estoy segura de que el motivo es porque fue mi primera visión cuando bajé del tren hace ya bastantes años en la estación de Santa María Novella. Fue la primera vez de muchas en la que se me abría la boca de pura admiración durante mi visita a la ciudad. No sufrí el famoso síndrome, pero puedo asegurarte una cosa: Florencia te va a emocionar.
NOTA: hace tanto tiempo que visité la ciudad, que apenas he podido rescatar alguna foto propia, por lo que escribo este post con imágenes que otras personas han compartido gentilmente en Internet. Prometo volver pronto para sustituirlas por las mías.
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Un poco de Historia
Sería un crimen visitar Florencia sin conocer, al menos, qué ocurrió aquí entre los siglos XIV y XVI. Tras los siglos oscuros de la Edad Media, marcados por las guerras políticas, el poder de la Iglesia y algunas epidemias fatales como la Peste Negra, Florencia comenzó a despertar. La prosperidad económica permitió que se convirtiera en una ciudad libre, gobernada por grandes familias adineradas dedicadas al comercio y a la banca, como los Medici.
En este contexto, apareció una nueva forma de ver el mundo, una corriente cultural y artística, el Renacimiento, que haciendo honor a su nombre trató de recuperar el esplendor de la Antigüedad, de las civilizaciones clásicas, y en ellas se inspiró para crear una nueva visión del mundo, muy diferente de la que había supuesto la Edad Media. Frente a la espiritualidad medieval, el Humanismo, la doctrina filosófica que acompañó al Renacimiento, ponía al ser humano en el centro de todas las cosas, incluido el arte. Es la época de los grandes artistas como Miguel Ángel o Leonardo da Vinci, de científicos como Copérnico o Galileo o políticos como Cosme de Medici. Pues bien, el epicentro de todo esto es la ciudad de Florencia.
¿Por qué? A comienzos del siglo XV, en la capital de la Toscana las cosas marchaban muy bien. La buena situación económica provocó que muchas familias de la nobleza y sobre todo de la burguesía quisieran mostrar al mundo su poder, y eligieran hacerlo a través del arte. Como quien hoy en día se compra un deportivo, las poderosas familias florentinas optaron por contratar a los mejores artistas de su tiempo para edificar sus palacios, pintar sus retratos o esculpir escenas mitológicas para adornar sus grandes salones. Sólo así puede entenderse que el Renacimiento en Florencia sea uno de los momentos cumbres de toda la Historia del Arte.
Los artistas acudían a Florencia, donde se multiplicaban los encargos, y surgió así una curiosa figura, la del mecenas, una persona poderosa que protegía y mantenía a determinados artistas mientras estos creaban para ellos. Una suerte de patrocinio que unió a figuras tan relevantes como Miguel Ángel y Lorenzo de Medici.
Consejos para visitar Florencia
En Florencia, practica siempre el slow travel.
Habrás escuchado muchas veces la frase “Florencia se ve en un día”. Es posible que si quieres hacerte una foto con la réplica del David de Miguel Ángel, cruzar el Ponte Vecchio y subir a un mirador, con un día tengas suficiente. Pero Florencia es una receta que debe cocinarse a fuego lento, dedicando a cada cosa el tiempo que se merece. Mi consejo es que alternes las visitas de monumentos con paseos por la ciudad, callejea, busca el rincón ideal para tomarte un buen cappuccino, saborea una buena cerveza con vistas y déjate seducir por la gastronomía italiana.
A quien madruga…
Con menos de 400.000 habitantes, Florencia recibe más de 5 millones de visitantes cada año. Un dato curioso, por ejemplo, es que en 2021 la Galería de los Uffizi fue el lugar cultural con más visitantes de toda Italia, por delante del Coliseo o del Vaticano. Lo que quiero decir con esto es que, vayas cuando vayas, tendrás que lidiar con hordas de turistas. Lo mejor es madrugar para aprovechar las primeras horas del día, cuando la mayoría de las excursiones organizadas aún no han llegado.
Prepara tu viaje con antelación
Te ayudará mucho reservar las entradas antes de viajar. No sólo te permitirá evitar las colas, que pueden ser de horas, sino que te asegurará la visita en fechas de más afluencia. Tendrás que pagar un suplemento, pero piensa que sin reserva podrías quedarte sin entrar a alguno de los monumentos. Mi consejo es que, como mínimo, reserves la entrada de los dos museos principales, la Galería de los Uffizi y la Galería de la Academia, así como de la cúpula de la catedral. Son los sitios más concurridos.
Callejea sin rumbo
El casco histórico de Florencia es uno de los más bonitos del mundo. En 1982 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pasear por sus calles es como viajar en el tiempo. Déjate llevar, camina sin rumbo y deja que sea la ciudad la que te sorprenda. Olvídate de las prisas y descubre rincones desconocidos, busca las mejores perspectivas de los edificios, siéntate a tomar algo, haz alguna compra o, simplemente, mira la gente pasar… Sentirás que formas parte de la ciudad y todavía te gustará más.
Visita los mercados de la ciudad
¿También se puede ir de compras en Florencia? Por supuesto. Además de numerosas tiendas para todos los gustos (y para todos los bolsillos), toda visita a la ciudad debería contar por un paseo por sus mercados callejeros. Al más puro estilo “zoco”, puedes encontrar toda una colección de souvenirs, ropa, artesanía de cuero e incluso calzado. Muy difícil no picar algo.
Entre los mercados más populares se encuentra el Mercadillo de San Lorenzo, situado en los alrededores de la basílica del mismo nombre o el Mercado Nuevo, que se ubica bajo una construcción porticada y que también recibe el nombre de la Loggia del Porcellino, debido a la fuente de bronce en forma de jabalí que se encuentra en el centro. Según la superstición, debes acariciar la boca del jabalí mientras sueltas una moneda. Si esta cae dentro de la rejilla que hay bajo la fuente, volverás a Florencia.
Descubre la gastronomía florentina
Más allá de las recetas italianas que podríamos encontrar en otros lugares del país, y que obviamente vamos a degustar en nuestra estancia, Florencia también tiene sus platos propios.
Además de la pizza, una de las comidas callejeras más típicas de Florencia es el sándwich de lampredotto. Esta receta toscana consiste en cocinar el cuarto estómago de la vaca, de forma muy especiada, y servirla con salsa en un panecillo generalmente redondo. Sería algo así como un “bocadillo de callos”.
Si no te apetece experimentar, un clásico en la mesa es el bistec a la fiorentina. Se trata de un corte grueso de solomillo de vacuno, cocinado a la brasa y no muy hecho. Es un plato 100% local, que ya se comía en festividades en la época de los Medici. Perfecto para los amantes de la carne.
Además de estas dos delicias locales, en Florencia puedes y debes deleitarte con cientos de recetas de pasta, que no faltan en ningún menú. Acompaña tus comidas con un buen vino toscano y jamás te prives del gelatto, son de los mejores que he probado.
Los 12 imprescindibles de Florencia
A continuación te voy a contar cuáles son, en mi opinión, los lugares que no puedes perderte en una visita completa a Florencia. Para poder verlos todos necesitarás al menos 4 días; si estás menos tiempo te tocará elegir…
El Duomo y su plaza
La catedral de Santa María de las Flores, el Duomo, es el edificio más importante de Florencia, y su gran cúpula roja y blanca el icono inconfundible de la ciudad. Se sitúa en la Plaza del Duomo, un interesantísimo enclave urbano compuesto por tres edificios que forman un conjunto: la catedral, el campanile y el baptisterio.
No es raro encontrar este trío de edificios juntos en lugares de tradición cristiana. Cada uno de ellos tiene una entrada independiente y cumple una función distinta: en la catedral se reza, el campanile sostiene las campanas que llaman a la oración y el baptisterio albergó durante siglos la misión de bautizar a todos los florentinos y florentinas.
Pese a que nos encontramos en la ciudad del Renacimiento, el Baptisterio de San Giovanni es un edificio muy anterior, y está construido en estilo románico. Es curioso que, en el norte de Italia, tanto el Románico como el Gótico tienen un aspecto muy diferente al del resto de Europa, y eso es debido a que los edificios se construían en mármol, y no en piedra sillar.
Es un edificio de planta octogonal y se encuentra literalmente en medio de la plaza, estropeándonos incluso la panorámica de la fachada de la catedral. Puede visitarse su interior, pero lo que es verdaderamente obligatorio es dar la vuelta a su alrededor y contemplar las puertas talladas por Ghiberti a comienzos del Quattrocento, que representan escenas en relieve del Antiguo Testamento. Concretamente la puerta este, la que se encuentra justo enfrente de la catedral, con sus diez paneles de bronce dorado, y que fue definida por el propio Miguel Ángel como las puertas del Paraíso, nombre que aún se utiliza.
La catedral de Florencia es una de las más grandes del mundo. Fue iniciada en estilo gótico, y grandes artistas de la época participaron en su construcción. Giotto, por ejemplo, es el autor del campanile. Sin embargo, como la construcción se prolongó tanto en el tiempo (con las obras ya se sabe…) fue terminada en el Quattrocento por artistas que comulgaban más con el nuevo estilo renacentista. Y es ahí donde aparece Filippo Brunelleschi, el autor de la gran cúpula. La característica fachada de mármol blanco, verde y rojo es lo último que se construyó, ya en el siglo XIX en estilo neogótico, tras la destrucción de la original.
La entrada a la catedral es gratuita, aunque si no se madruga las colas pueden ser de órdago. Creo que si piensas subir a la cúpula no merece la pena la espera del acceso a la catedral, ya que podrás ver el interior durante el ascenso. Eso sí, si vieras que por una remota casualidad no hay fila… no lo dudes.
La subida a la cúpula es de pago y tiene un acceso propio. Debes reservar la entrada con antelación, con una fecha y hora determinadas, o no podrás subir. Puedes comprar la entrada en la web oficial. Hay que tener en cuenta que no hay ascensor y son 463 escalones, pero es un recorrido espectacular, sobre todo en su parte final, cuando te asomas al interior de la catedral desde la base de la cúpula y después atraviesas literalmente el diseño de Brunelleschi. Por último, en el punto más alto, simplemente disfruta de las vistas de la ciudad desde lo alto. Es una maravilla.
Otra opción un poco más light puede ser subir al campanile de Giotto, que tiene 414 escaleras y menos dificultad en el ascenso. Desde él obtendrás impresionantes vistas de la ciudad y también de la cúpula, pero perderás espectacularidad y no podrás recorrer los entresijos de la obra maestra de Brunelleschi, algo que para mí no tiene precio.
El David de Miguel Ángel
Es probablemente la estatua más popular del mundo, y no es para menos. Con sus 5,17 metros de altura y el color blanco del mármol de Carrara, David nos estudia con su ceño fruncido desde hace algo más de 500 años. Toda la fundamentación teórica del Renacimiento y del Humanismo resumidas en una de las obras de arte más bellas de toda la Historia.
Miguel Ángel esculpió al personaje bíblico David, famoso por vencer al gigante Goliat. Lo imaginó desnudo, en un guiño a las esculturas de la Antigüedad romana y sobre todo griega. Pero lo más interesante es la elección del momento: el artista huyó de la representación tradicional que muestra la victoria del rey frente a la bestia, ni tampoco eligió el frenesí de la lucha entre hombre y gigante. David aparece sereno, calmado, estudiando atentamente a su oponente mientras sujeta la honda con la que va a derribarlo. El ser humano como centro de todo, la inteligencia que vencerá a la fuerza. El Humanismo.
La estatua original esculpida por Miguel Ángel se encuentra en un lugar privilegiado en la Galería de la Academia. Este museo, el segundo más famoso de Florencia, es una visita imprescindible en la ciudad. ¿Vas a pagar la entrada sólo para ver el David? Sí, una y mil veces. Lo cierto es que el museo expone numerosas obras pictóricas y sobre todo escultóricas, entre las que yo también destacaría El rapto de las sabinas. Pero también es cierto que todo el recorrido te va conduciendo hasta la galería en cuyo fondo David reposa bajo una cúpula, en un espacio cuidadosamente estudiado e iluminado para obtener la perspectiva óptima de la estatua. Cuando llegues, tómate tu tiempo. Este tipo de obras sólo se contemplan una vez en la vida.
La entrada al museo son 22€. No es obligatorio sacar la entrada con antelación, pero sí recomendable para poder evitar las colas. Puedes comprarla en este enlace.
¿Sabías que en Florencia existen tres copias del David de Miguel Ángel? La primera está en la Plaza de la Signoria, frente al Palacio Vecchio, en el lugar en el que durante siglos estuvo la original; la segunda, de bronce, en la Plaza Michelangelo, contemplando la ciudad desde lo alto. Y por último, la de la Galería de la Academia. Es esta la que te acercará a los síntomas sufridos por el joven Stendhal.
La Piazza de la Signoria
Si la Plaza del Duomo es el centro religioso de la ciudad, la Plaza de la Signoria ha sido durante siglos el centro de la actividad política, un lugar destinado a mostrar el poder y la fortaleza de la ciudad y de sus gobernantes, donde los visitantes debían comprender que se encontraban en una de las urbes más importantes de su tiempo.
Preside la plaza el Palacio Vecchio, un edificio imponente, núcleo del gobierno de la ciudad desde la Edad Media, y que aún hoy en día, además de museo, es sede del ayuntamiento de Florencia. Junto a su puerta, el David de Miguel Ángel (actualmente una copia del original) custodia el acceso de los visitantes.
En cierta manera, la plaza es una especie de museo al aire libre. Justo enfrente del palacio se encuentra la Loggia dei Lanzi, un gran porche cubierto sobre tres arcos que desde el siglo XVI alberga un conjunto de esculturas de gran calidad. Destaca la de Perseo y Medusa, en bronce, y El rapto de las sabinas (una copia, la original está en la Galería de la Academia).
La plaza se completa con una enorme fuente dedicada al dios Neptuno y una estatua ecuestre que representa al gran duque Cosme de Medici. Desde la esquina del palacio, además, se accede a la calle peatonal de acceso a la Galería de los Uffizi.
En mi opinión, es la plaza más bonita y animada de Florencia. Vendedores ambulantes, artistas callejeros, terrazas repletas, calesas de caballos… completan el conjunto arquitectónico y escultórico más completo de la ciudad.
El Ponte Vecchio
De todos los puentes que cruzan el Arno a su paso por Florencia, ninguno tan famoso como el Ponte Vecchio, uno de los puentes más bellos del mundo.
Su peculiaridad radica en que es un puente construido, una especie de puente-calle que reposa sobre tres grandes arcos sobre las aguas del río. Este tipo de construcciones era frecuente en la Edad Media, pero muy pocos han llegado hasta nuestros días. Es el más antiguo de Florencia y uno de los más antiguos de Europa.
Aunque en su momento las construcciones albergaban negocios más mundanos como carnicerías o pescaderías, con el tiempo este tipo de comercios fueron prohibidos a causa de la suciedad y los malos olores, y hoy en día está repleto de joyerías. En el centro, un balcón a ambos lados permite asomarse al río. Es allí donde los enamorados colocan sus candados con dedicatorias de amor eterno.
Como curiosidad, este puente alberga entre sus construcciones un pasadizo conocido como el corredor vasariano, un pasadizo secreto que usaban los Medici para desplazarse desde su residencia en el Palacio Pitti, al otro lado del río, hasta el Palacio Vecchio.
Además de recorrer el puente, se puede disfrutar de él dando un paseo por la ribera del río, y obtener las mejores vistas desde las orillas o desde los puentes más cercanos. Para que la experiencia sea completa, se puede buscar un lugar en el que sentarse y disfrutar de un buen gelatto o un trozo de pizza.
¿Sabías que… durante la Segunda Guerra Mundial todos los puentes de Florencia fueron bombardeados por los nazis en un intento de cortar el camino a los aliados? El Ponte Vecchio fue el único que quedó en pie, y no fue por casualidad. Parece ser que fue una orden directa del mismísimo Hitler, que dijo que no podía destruirse algo tan bello.
La Galería de los Uffizi
Otra de las visitas imprescindibles de Florencia es este museo, el más importante de la ciudad y una de las colecciones de arte más importantes del mundo. El edificio forma una U en una calle peatonal que separa la Plaza de la Signoria del río Arno. Su función original era administrativa, ya que aquí se encontraban las oficinas del Palacio Vecchio (de ahí su nombre).
La colección pictórica incluye obras que abarcan desde el siglo XII al XVII, destacando, cómo no, la época del Renacimiento. Giotto, Fray Angélico, Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel, Tiziano, Caravaggio, El Greco… no falta ninguno de los grandes. Las obras se distribuyen en salas y estas se despliegan alrededor de unas hermosas galerías en las que se muestran las obras escultóricas de la colección. Al fondo de las galerías, en el lado del río, obtendrás una de las vistas más bonitas del Ponte Vecchio. ¡No dejes de asomarte a las ventanas!
Con tanta variedad como calidad, es difícil elegir un favorito, pero reconozco que yo lo tengo. Para mí hay una obra que por sí sola justifica la entrada al museo, un icono de la pintura de todos los tiempos, obra maestra del Renacimiento. Sin duda, contemplaría durante horas El nacimiento de Venus, de Botticelli.
Una vez más, es muy importante que reserves la entrada con antelación, sobre todo si viajas en temporada alta. La Galería es visitada por más de un millón de personas cada año, cifra que la convierte en el segundo museo más visitado de Italia, después del Vaticano. Para evitar esperar en la fila de la taquilla, puedes adquirir tus entradas en la web oficial, por 26€.
La Iglesia de la Santa Croce
Situada en la plaza del mismo nombre, la iglesia que doblegó a Stendhal es de una belleza abrumadora.
Su fachada, de mármol blanco, rojo y verde, nos recuerda a la de la catedral, y es que también es del siglo XIX, en estilo neogótico. El acceso al interior, de estilo gótico, se realiza por una de las puertas laterales, y nada más atravesar el umbral sentiremos que nos encontramos en un espacio único, formado por tres naves separadas por arcos apuntados, que sostienen un hermoso techo de madera. Impresionan tanto el tamaño como la sobriedad del edificio.
Parte de la importancia de esta iglesia reside en las tumbas de personajes importantes que reposan en ella. Maquiavelo, Galileo… Aunque destaca especialmente la de Miguel Ángel, un bellísimo sepulcro bajo el que lloran 3 mujeres: la Arquitectura, la Escultura y la Pintura, huérfanas de su gran maestro.
La iglesia tiene también una zona ajardinada y un hermoso claustro, en el que se encuentra la capilla Pazzi, obra ya renacentista realizada por Brunelleschi, con su fachada en forma de arco de triunfo.
Santa María Novella
Es una de mis iglesias favoritas de Florencia, y además en ella encontrarás una tranquilidad que es muy difícil tener en otras, ya que es algo menos turística. Su precio es de 7.50€.
Uno de los tesoros de Santa María Novella es su fachada, construida en el siglo XV, en pleno Renacimiento, en mármol blanco y verde. Su autor es Alberti. Es la fachada renacentista por antonomasia, utilizando los elementos geométricos básicos, círculos y cuadrados, en un juego geométrico perfecto. Si trazásemos un eje vertical en el centro, de arriba a abajo, y la doblásemos sobre sí misma, ningún elemento desentonaría respecto de la otra mitad. Además, como guiño a la Antigüedad, la parte superior de la fachada contiene una decoración que nos recuerda los templos griegos y romanos.
Pese a lo clásico de su fachada, el interior de la iglesia es de estilo gótico, y contiene hermosas vidrieras. Sin embargo la decoración al fresco fue realizada en el siglo XV por artistas renacentistas. Mención especial para La trinidad, de Masaccio, uno de los primeros estudios de perspectiva de la época, que hizo creer a alguno de sus contemporáneos que la pared estaba agujereada.
La iglesia también tiene varios claustros, cuya visita está incluida en el precio de la entrada.
Palacio Vecchio
Esta especie de castillo urbano fue construido en la Edad Media, en estilo gótico. Preside orgulloso la Plaza de la Signoria y su gran torre es una de las características del skyline florentino. Durante el siglo XVI fue residencia de los Medici y fue remodelado, adquiriendo su actual aspecto. Comenzó a denominarse Palacio Viejo cuando la familia se trasladó al Palacio Pitti, al otro lado del río.
La visita del interior merece mucho la pena, ya que es una buena forma de aproximarse a la arquitectura civil de la época. Destaca la enorme sala conocida como Sala de los Quinientos, la más grande del palacio, que se creó para que se reunieran en ella los 500 miembros que formaban el consejo (gobierno) de la ciudad en el siglo XVI. Impresionan sus dimensiones, especialmente su altura, y la exquisita decoración de pintura de sus paredes, obra de Vasari. También la adornan esculturas.
La entrada al palacio cuesta 12.5€, y si además quieres subir a la torre y a lo alto de las murallas 19.5€
Palacio Pitti
El Palacio Pitti es el más grande de los edificios civiles de Florencia. Se sitúa al otro lado del río, en la zona conocida como “Oltrarno”. Su origen se remonta al siglo XV y fue encargado por la familia Pitti, rival de los Medici. Sin embargo, un siglo después, los Pitti se arruinaron e irónicamente el palacio fue a parar a sus enemigos, que lo convirtieron en su residencia principal.
Hoy en día, el enorme complejo del palacio es un museo que alberga diferentes colecciones, algunas de arte pero también de vestuarios, carruajes u objetos de plata de la familia Medici.
Además del propio palacio, la visita merece la pena por los jardines que lo rodean, conocidos como Jardines de Boboli y que bien podrían recordarnos a los del Palacio de Versalles (aunque estos son anteriores). No les falta nada, tienen terrazas, estanques, grutas estatuas… Además, desde ellos también obtendrás unas preciosas vistas de la parte más antigua de Florencia. No es difícil imaginarse a los poderosos miembros de la familia Medici pasear por este parque privado.
Si no te apetece o no tienes tiempo para visitar los museos, se puede comprar la entrada de los jardines por separado, y pasar un buen rato al aire libre en uno de los espacios ajardinados más bonitos de la ciudad.
Basílica de San Lorenzo
Es una de las iglesias más grandes de la ciudad, y anteriormente fue catedral. Su aspecto actual se debe a las obras que se realizaron en el siglo XV, de la mano de Brunelleschi. Curiosamente, su fachada se quedó sin terminar, y quizá por eso no es tan llamativa como otras iglesias de la ciudad. Contrasta mucho este aspecto inacabado del exterior con lo que se encuentra al atravesar las puertas.
Su interior es uno de los ejemplos más bellos de la arquitectura renacentista de Florencia, utilizando los arcos y las columnas corintias que nos recuerdan a los edificios de la antigua Roma.
Mención especial merece la Sacristía Nueva, obra de Miguel Ángel, realizada por orden expresa de la familia Medici, que la concibió como un monumental mausoleo familiar.
Miguel Ángel diseñó para la capilla dos enormes sepulcros, presididos por la imagen del difunto, y sobre los que descansan dos alegorías de términos opuestos: el día y la noche, en una, y la aurora y el crepúsculo, en la otra. El principio y el fin. La pena es que Miguel Ángel no pudo terminar el mausoleo completo, en el que debía haber dos tumbas más.
Plaza de la República
No todo el mundo sabe que Florencia fue fundada por Julio César hace más de dos mil años, y que recibió el nombre de Florentia, que significa florecimiento. Una buena premonición. En esa época, el urbanismo de las ciudades romanas se basaba en dos calles principales y perpendiculares, el cardo y el decumanos, que se cruzaban en una plaza en la que se desarrollaba la vida y la política: el foro. La Plaza de la República se encuentra exactamente donde estuvo el foro en la época romana.
Hoy en día es una de las plazas más grandes de la ciudad, y uno de sus enclaves comerciales de referencia. Repleta de bares y restaurantes, con un carrusel y rodeada de tiendas, la plaza rebosa actividad.
Arquitectónicamente destaca una de sus entradas monumentales, en forma de gran arco del triunfo.
Plaza Michelangelo
Termino mi lista con uno de las mejores lugares para terminar el día en Florencia, la Plaza Michelangelo. Se encuentra en lo alto de una colina al otro lado del río Arno. Su diseño pertenece al siglo XIX, y se trata de una gran plaza-terraza dedicada al gran artista Miguel Ángel. Por ese motivo encontramos réplicas en bronce de alguna de sus obras, incluido el David.
Pero el verdadero motivo por el que debes visitar este lugar es por las increíbles vistas panorámicas de la ciudad. Desde aquí divisarás los tejados de los edificios, sobresaliendo las iglesias y destacando especialmente el Duomo con su cúpula, y el Palacio Vecchio con su gran torre. También verás el río con todos sus puentes. Las vistas son especialmente bonitas al atardecer, cuando la ciudad se tiñe de tonos anaranjados.
Como está algo alejada del centro, puedes ir utilizando el transporte público. Hay varias líneas de autobús que tienen parada allí. Mi recomendación es que lo uses para ir (cuando todo es cuesta arriba) y que hagas el descenso bajando por la escalinata que va a parar a la orilla del río. Disfrutarás de la ciudad desde diferentes perspectivas y culminarás cruzando el río con la vista de sus puentes iluminados.
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Una guía excelente para visitar la ciudad. Estupenda entrega.
Que bien me va a venir…